sábado, 28 de noviembre de 2009

JIMI JAMISON + INDICCO + HARDREAMS - 28/11/09 Sala Salamandra (Barcelona)


(Texto escrito para Pecado Mortal-Emision digital)

La noticia de la visita de Jimi Jamison a Barcelona ha levantado sin duda una gran espectación por parte de todos los que amamos el buen rock melódico. El vocalista americano es un verdadero referente del género, del A.O.R con mayusculas, y el simple hecho de saber que nunca antes había pisado este país no hizo mas que incrementar el entusiasmo y las ganas de verlo en vivo.

La verdad es que no todos los dias uno tiene la oportunidad de degustar los grandes exitos del cancionero de Survivor, una exquisita colección de clásicos inmortales por los que muchos de nosotros hubieramos matado por ver en directo antes de enterarnos de esta celebrada gira española.

Abrieron la noche los mejores representantes del A.O.R de toda Catalunya ( y de la peninsula entera, para que engañarnos), los barceloneses Hardreams, que se han ganado a pulso una buena reputación a base de excelentes conciertos y buenos discos, como su último "The Road Goes On", que aunque ya llevan mas de un año promocionandolo, sigue siendo un increible placer el disfrutar de sus extraordinarias composiciones, y aun mas sobre las tablas, pues creedme que toda la banda se crece y se supera ahí arriba, lo cierto es que se nota que tienen un buen bagaje musical, que estan muy rodados... En serio, estos tipos cada vez suenan mejor, y sinceramente, cuesta encontrar grupos hoy día por aquí que alcancen semejantes cotas de calidad.

Comenzaron con el habitual "Wings On Fire", seguida por la mejor selección de su mas reciente material, con maravillas como "Too Late", "My Last Desire", "Rebel Heart", "Bad Times Are Gone" o la emocionante y sentida balada que es "We're one", momento donde el vocalista Manu Esteve aprovechó para explicarnos lo especial que era para él estar esa noche allí, abriendo para uno de sus heroes, algo que dificilmente jamás podrá olvidar y que bien seguro ocupará un lugar verdaderamente único en su vida, por razones personales (rememoración de viejos amores incluida), la inevitable nostalgia...!

La intensidad continuaría a traves de otros grandes cortes como "Apologies", o con su acertado y tremendo cover del "I'm talkin' about love" de los maestros Van Halen.
Un verdadero derroche de clase y talento que demostró una vez más que este grupo juega en la liga de los mas grandes, y que sin duda merecieron mas que nadie figurar en un cartel como este.

Los Indicco, que aparecerían a continuación, lo tuvieron francamente dificil para igualar la descarga de los catalanes, y a pesar del curriculum de sus integrantes (la mayoría de los cuales lo fueran en su día de los estupendos 91 Suite), lo cierto es que no terminaron de convencerme.
En cualquier caso, debía de intentar cogerles el punto, pues ellos servirían en esta ocasión como banda de acompañamiento para el ex-Survivor.
Jimi Jamison, apareció en escena escondido tras unas oscuras gafas de sol, como si se encontrara en las blancas playas californianas... así que su famoso tema sintonia de la popular serie de TV protagonizada por David Hasselhoff lógicamente tambien tendría cabida en el set list.

De lo mejorcito que ofreció: temas como "Burning Heart", "Rebel son", "I can't hold back" o "The search is over", así como alguna otra de su última entrega en solitario, como "Crossroads moment" o "Friends we've never met". Aunque os juro que no me entra en la cabeza como pudo dejar fuera "Battersea" o "Can't look away", que son infinitamente mejores bajo mi punto de vista. Eso si, durante el famoso "ojo del tigre", el hit mas sonado de su banda madre, tendría la gentileza de dejar cierta libertad a sus guitarristas en una versión un tanto extendida.

En general estuvo bien, a pesar de que faltaron algunas canciones esenciales. No se si me explico... a mi me encantan los ZZ Top, pero hubiera preferido que Jimi se ahorrase ese momento "Gimme all your lovin'" (que no venía al caso) y nos hubiera regalado otras genialidades como "Oceans" o "It's the singer not the song". Seguro que mas de uno/a me dará la razón.

Y aunque ese "apaño" de banda de acompañamiento cumpliera su cometido con corrección, y no se les pueda (ni deba) recriminar nada, en ese escenario se echaba increiblemente de menos a Frankie Sullivan! O que menos que al bueno de Jim Peterik, pues al fin y al cabo el disco que se presentaba esa noche, así como también la mayor parte del repertorio, son fruto de su privilegiado talento compositivo... Ojalá algun día tengamos la ocasión de vivir ese reencuentro. Pero bueno... sabeis que? al menos mientras tanto, ya puedo decir que: ...Yo estuve allí!

sábado, 8 de agosto de 2009

Roy Buchanan “Buch and the Snake Stretchers”



En 1971, Roy editaba de forma independiente su primer álbum, “Buch and the Snake Stretchers”, un disco realmente difícil de encontrar durante años, y que afortunadamente, sería reeditado en formato cd en la década de los noventa. Lo que nos ofrecía en esta primeriza grabación, era una buena muestra del ya por aquel entonces, increíble magnetismo y poder que desprendían él y su banda en directo, una prueba fehaciente de su inagotable energía, que afortunadamente fuera capturada aquí durante una noche en el club “The Crossroads”, en Bladensburg (MD).

El repertorio, conformado en su mayoría por versiones, sería una fantástica carta de presentación para un guitarrista que aunque quizá aún no tenía claro su camino, si que comenzaba a perfilar con claridad una personalidad innegable, un sonido propio. A la voz contaba con Chuck Tilley, en las dos únicas piezas cantadas de las seis contenidas en el plástico, la versión de Neil Young “Down by the river” y una de cosecha propia, “Since you’ve been gone”.

Como curiosidad, es interesante saber que este disco tenía ya originalmente un espiritu “Bootleg”, pues se vendía envuelto nada mas y nada menos que en una arpillera, y con el nombre del grupo pintado encima con pintura. Para quien no lo sepa, una arpillera es una pieza textil gruesa y áspera fabricada con diversos tipos de estopa, que suele utilizarse como elemento cobertor, y en la fabricación de sacos y piezas de embalaje. Lo mejor es que en su posterior edición en CD, la portada representa fielmente esa primaria presentación, emulando aquella bolsa de tela pintada original, aunque eso sí, esta vez sobre el papel.

Completaban la banda Teddy Irwin a la otra guitarra, Dick Heintze a las teclas, Peter Van Allen al bajo y Ned Davis a la batería, sin olvidar la colaboración de Marc Fisher a la pandereta, sin duda una formación bastante completa.
Podríamos encontrar ya en el set temas como “Sweet Dreams”, o “Messiah will come again”, que se convertirían en piezas fundamentales en sus actuaciones a lo largo de toda su carrera.
“I’m a lonesome fugitive” también figuraría en su homónimo debut, aunque lo cierto es que esta pasaría mas desapercibida.

La versión del Johnny B. Good del maestro Chuck Berry, sería la elegida para cerrar esta primera toma de contacto de Roy Buchanan con el gran público, una buena lección en vivo donde además contaba con la buena mano como ingeniero de Hal Davis, productor y compositor afro-americano, famoso por su trabajo con artistas de la Motown como The Supremes, The Jackson 5 o Diana Ross, entre otras grandes estrellas como “Little” Stevie Wonder o Bette Midler…

Y esto, tan solo era el comienzo.

miércoles, 24 de junio de 2009

CROSSFIRE “Sharpshooter” (1985)


(Publicado en La Olla Rock Magazine n:39)

Como ya viene siendo habitual en esta sección, voy a presentaros de nuevo a una banda clásica bastante “rara”, pero es que además en esta ocasión, y para rizar aún más el rizo, el disco que he elegido es uno de rarezas! (Sí, sí, ya sé que a estas alturas ya habrá más de un@ que piense que el raro soy yo…!)

Pero antes de nada, pongámonos en situación, y remontémonos a la Bélgica de finales de los setenta, pues los orígenes de Crossfire se reducen a tan sólo un par de años, 1979/80, período en el que bajo el nombre de “The Onion Dolls”, iniciarían su andadura en una onda punk-rock. Llegarían incluso a publicar un single 7’’ (The Kids/Hot Love - 1980). Aunque lo cierto es que con la llegada de la nueva década, la banda no tardaría demasiado en sufrir una rápida metamorfosis hacia un Heavy Metal fuerte y poderoso, claramente influenciados por el nuevo movimiento que empezaba a surgir en Inglaterra (N.W.O.B.H.M).

El que fuese el batería de su etapa “punk”, Peter De Wint, se convertiría para esa nueva encarnación en el vocalista, poseedor de un registro agudo, salvaje, agresivo… ideal para un estilo del que Crossfire ya empezaban a ser fieles representantes. Para 1983 ya eran considerados una de las principales formaciones de Metal de su ciudad, publicando “If It’s Loud We’re Proud”, un Mini-LP de 12’’ compartido con Ostrogoth y con Killer. Por entonces ya eran el orgullo de todo heavy belga que se preciara de serlo. Y fue precisamente en aquel mismo año cuando lanzaron su primer LP, “See you in hell”, cosechando una buena aceptación y convirtiéndose rápidamente en líderes de ventas en su país.

Antes de que grabaran su primer álbum, fue fundamental su participación en un famoso recopilatorio llamado “Metal Clogs”, que les descubriría al público y en el que aún contaban en sus filas con Nero Neerinckx, antiguo vocalista, reconvertido a guitarrista, y que abandonaría a los chicos en 1982. Como curiosidad, este tipo sería detenido y encarcelado poco después por asesinar a un policía. En el debut del 83 hay un tema titulado “Killing a cop” que con toda probabilidad hace mención a ese “turbio” episodio.
En 1984 presentaban su segundo disco “Second Attack”, toda una declaración de intenciones y con toda seguridad lo mejor que ha grabado esta banda. Tocarían en algunos festivales europeos y compartirían cartel con grandes formaciones como Accept, Iron Maiden o Raven…

Pero centrémonos en “Sharpshooter”, el disco que nos ocupa. Aparecería en 1985, y en realidad se trata tan sólo de una compilación de temas pertenecientes a las sesiones de los dos primeros LP’s, así como de alguno en directo de su gira de ese año por Alemania.
Junto al citado De Wint, completarían la banda Marc Van Caelenberge y Rudy Van De Sype a las guitarras, Chris De Brauwer a la batería, y Patrick Van Londerzele al bajo, sin duda una poderosa unión de músicos de auténtico y verdadero Heavy Metal sin concesiones, una clase de Heavy muy en boga entonces, pero muy poco frecuente hoy en día! El estilo de Crossfire reunía elementos de bandas como Accept, Saxon, Judas Priest, Iron Maiden, pero quizá a un mayor nivel de agresividad y de velocidad ¿pioneros del Speed-Metal?? Quien sabe…

Tan sólo por los dos primeros temas de este álbum decidí que esta gente merecía aparecer en éste espacio dedicado a los clásicos, esto es verdadero Metal amigos! No os equivoquéis.
El inicio con “Break Out” es autentica dinamita! Tras su electrizante riff, la voz de Peter De Wint es como un rayo capaz de partirte en mil pedazos! Las guitarras suenan atronadoras, como ametralladoras agotando su munición en un violento fuego cruzado (de ahí su nombre no?), y la base rítmica parece un enorme caballo desbocado que cabalga salvaje hacia la muerte!
Si aún no has caído fulminado, un segundo asalto llamado “Killer Queen” te dejará literalmente K.O. ¿Existe algo que pueda representar mejor el espiritu de la música del diablo?? Lo dudo francamente. Adoro la forma como las guitarras se funden en este trepidante ejemplo de caña, melodía, y solos vertiginosos. Si después de semejante dosis de energía metálica no ha bajado tu nivel de adrenalina, acude al medico cuanto antes!

La siguiente, “Metal Knifes”, de las sesiones del 83, sigue en esa misma línea de Heavy genuino, puro y letal, y las dos siguientes, “Motorcycles” y “Crossfire”, nos muestran a la banda en vivo y en directo, transmitiendo muy claramente su descomunal fuerza sobre las tablas. Arrolladores!

El ultimo corte, “Sound of War”, es una remezcla de uno de los incluidos en el 12’’ antes mencionado, y como no, te vuelven a dejar temblando tras una descarga de alto voltaje de la que difícilmente ya podrás recuperarte.
Probablemente, el sonido de estas grabaciones no sea todo lo bueno que debiera, pero la autenticidad y el sentimiento que desprenden a cada segundo, les convierte en una pieza fundamental del engranaje de ese gigantesco motor en el que se ha convertido ya el Heavy Metal, y sin grupos como ellos, tenlo claro, no rugiría igual.

domingo, 7 de junio de 2009

AC/DC – Estadi Lluis Companys – 7 Junio 2009 – Barcelona


(Publicado en La Olla Rock Magazine n:39)


Aún hoy sigo preguntándome a qué fue debida esa extraña euforia desatada con AC/DC en este “Black Ice Tour”, una gira que nos ha traído a los australianos en dos ocasiones a Barcelona. Las cerca de 19.000 entradas de la primera fecha en el Sant Jordi volaron en cuestión de minutos, pero por lo visto debe de haber AC/DC-maníacos hasta debajo de las piedras, porque una segunda fecha en el estadio olímpico congregó a otras 62.000 personas más… lo curioso es que una gran mayoría parecía no tener que ver nada con el rock! Pero… esto qué es?? ¿Acaso de repente AC/DC se ha convertido en algo “cool” y moderno? ¿Vamos a tener que convivir con pijos sin criterio que se aferran a la moda de turno y hoy te llevan el politono en el móvil del “Highway to Hell” y mañana a basuras infumables como Nena Daconte o similares insultos al oído?? Por dios!!
Pero me centraré en el concierto… (que me caliento).

Abrieron los barceloneses Lilith, una vez más enchufados vete a saber cómo en otro gran evento, y tras ellos, una de las bandas más interesantes de la actualidad, “The Answer”, de los que espero disfrutar en otra ocasión en un lugar más pequeño, porque entre que no llevaban nada de espectáculo, era tan de día y yo estaba tan tremendamente lejos, es como si no los hubiera visto!

Al fin caía la noche, estaba a punto de dar comienzo el verdadero y esperado show. Se apagaron las luces del estadio y la cantidad de gente que portaba en sus cabezas los típicos cuernos luminosos tan característicos de la banda, iluminaban la pista de un rojo “infierno” ideal para la ocasión. En las pantallas gigantes, unos dibujos animados nos mostraban un tren que bajo el mando de un endemoniado Angus, iba incrementando su velocidad hasta perder el control, entonces una explosión iluminaría el escenario, donde acto seguido se estamparía la descarriada locomotora. Impresionante!!! Daba comienzo “Rock n’ roll train”.

Tras el nuevo single, un clásico como “Hell ain´t a bad place to be” para deleite de los que sentimos especial debilidad por la época de Bon Scott, seguido de otro como “Back in Black”, ya del catálogo con Brian Johnson. Sin duda un inicio rompedor.
“Big Jack”, otra de las nuevas, daba paso a más temas inmortales como “Dirty deeds done dirt cheap”, “Shot down in flames” o “Thunderstruck”.
Un detalle interesante era la pasarela que salía del escenario hacia casi la mitad de la pista, permitiendo a Angus y a Brian corretear por ella a su antojo durante toda la noche, los demás, como siempre, anclados a su porción de suelo, pero cumpliendo muy bien su papel y manteniendo la “máquina” bien engrasada.

Como ya es costumbre, también presenciaríamos el famoso striptease del pequeño de los Young durante “The Jack”…, retumbaron nuestros oídos con las campanas en “Hell bells”, y nos sorprendimos con temas menos habituales como “Dog eat dog”.
“You shook me all night long” pondría a prueba nuestras ya deterioradas gargantas, y después de algún corte nuevo más, (hay que reconocer que dieron bastante cobertura al ultimo álbum), joyas como “TNT” o “Whole lotta Rosie”, con la que sacaron su habitual muñeca hinchable gigante que en esta ocasión se postró sobre la humeante locomotora que presidía el inmenso escenario, parecía que se movía al ritmo de la música! Fabuloso.

La cañera “Let’s there be rock” sirvió de punto y aparte, con el tradicional solo de Angus, que apareció al final de la pasarela subido por una especie de elevador hasta la superficie, donde una vez allí y sin dejar de tocar, un juego de luces y fuego crearon una bonita imagen que culminó con miles y miles de papelitos que despedidos hacia el cielo y con el efecto de la luz parecían estrellas. Desde mi posición en lo más alto de las gradas estos detalles se magnificaban.

Se marcharon del escenario pero no tardarían en regresar, los bises, como no podía ser de otra forma, serían “Highway to hell” (aquí es dónde los pijos dijeron: Esta la conozco!), y “For those about to rock”, que suele ser la elegida para cerrar con toda su artillería del final, todo un cañonazo y nunca mejor dicho!

Abandonaron, ahora sí, definitivamente el escenario, y unos fuegos artificiales decorarían el cielo de formas y colores dejando claro, por si alguien aún lo dudaba de que AC/DC es puro espectáculo, pero sobre todo, y lo mas importante, auténtico ROCK (sí, sí, con mayúsculas).

miércoles, 1 de abril de 2009

T.K.O. “BELOW THE BELT” (1986)



(Publicado en La Olla Rock Magazine nº: 38)

Para mucha gente, el nombre de la ciudad norteamericana de Seattle, es rápidamente asociado a aquel insulso movimiento musical denominado “Grunge”, cuya aparición a principio de los años noventa, supuso la “destrucción” casi absoluta de la asentada escena del Hard Rock, que no pudo evitar venirse abajo cual castillo de naipes, y sucumbir al “depresivo viento sin autoestima”. ¿Cómo definiría yo en tres palabras a ese fenómeno? Fácil: Triste pero cierto.

Pero si echamos la vista atrás… mucho antes de todo eso, antes incluso de que a ese tal “Kurt” (líder de la invasión), le saliese pelo en la cara y le desapareciese el acné, ya había una banda en Seattle que bien merecería ser recordada, como mínimo, por ser pionera del (en un futuro) “emergente Hard Rock americano”. Aquél grupo respondía a las siglas de T.K.O.
En 1979 publicaron su primer L.P. “Let it roll”, y la verdad, poca competencia tenían por aquél entonces, practicaban una clase de Glam/Sleazy, género que más adelante reventaría en el Sunset Strip angelino de la mano de bandas como Mötley Crüe, Poison o Ratt…

En 1981 ya se codeaban con los grandes, abriendo para bandas como AC/DC, Van Halen, Cheap Trick, The Kings, Heart…
Pero no fue hasta la edición del “In the face” (1984), que ya empezó a crearse un circuito de grupos en la zona, con la aparición de combos como “Queensrÿche” o “Metal Church”, formando un atractivo panorama rockero en el extrarradio de Washington.

Aunque sin duda, su mejor trabajo, fue el tercero, “Bellow the Belt”, publicado en 1986. Para este álbum, la formación de T.K.O. había cambiado hasta tal punto, que tan sólo quedaba aquí un único miembro original, el vocalista Brad Sinsel.
Lo cierto es que la voz de Brad, era la principal seña de identidad de esta banda, su registro es muy personal y fácilmente reconocible, en una línea similar a Paul Shortino (Rough Cutt, Quiet Riot… ), por poner un ejemplo. Por otro lado, el sonido y estilo del disco es ya totalmente acorde a la época, más refinado y elegante, y la plantilla de músicos la mejor hasta la fecha; así que la suma de todos esos factores no podía hacer otra cosa que derivar en un buen resultado.

Temas como el inicial “Beware the hunter”, desprenden actitud y energía, con unos dibujos de guitarra muy efectivos; o la de sabor a himno imperecedero, “With my back to the wall”, que es una de esas para dejarse la garganta “berreando” cerveza en mano, en algún humeante bar de copas. El tema título, “Bellow the Belt”, es otro de mis favoritos, desprendiendo autenticidad e incitando al desenfreno.
También resultan característicos sus medios tiempos, como la intensa “Doing time”, o la más directa “Rock n’ roll remains”, aunque mi preferida es sin duda “Seventeen”, con unas líneas de voz que son de lo mejorcito del plástico.
“Fallin’ to pieces” muestra su vena mas heavy, acelerando los motores como mandan los cánones!

Quizá las más “flojas” para mi sean “Can´t let go” y “Chains don´t change”, aunque bueno, eso en realidad es cuestión de gustos, y para gustos los colores! Aunque eso sí, de lo que estoy seguro es de que un cierre como el del baladón “Sticks n’ Stones” es para quitarse el sombrero! Menuda clase desprenden estos tipos en esta pieza, coquetean acertadamente con el A.O.R., y demuestran muy bien su valía en un terreno dónde la sensibilidad y el sentimiento, son obligadas virtudes de la inspiración. Temazo, y grandioso final para un disco, que aunque el destino lo haya relegado injustamente al ostracismo, merece ser redescubierto.

Desgraciadamente, T.K.O. se separarían poco después, en 1987. Aunque volverían a hacer alguna aparición puntual para algún gran evento a principios del nuevo siglo, pero no tendría continuidad… Eso sí, los fans de Mr. Sinsel, disfrutarían allá por el 91-92 de la efímera vida de un proyecto llamado War Babies, que nos dejó para la posteridad un homónimo álbum también muy recomendable.

A día de hoy, este histórico “Below the Belt” no es nada fácil de encontrar, por lo que si lo ves entre discos de segunda mano, o donde sea, cómpralo o de lo contrario, quizá algún día puedas arrepentirte; seguro que llamará tu atención, aunque solo sea por esa fantástica portada que lo envuelve. Y es que, eran otros tiempos para el rock…

viernes, 27 de febrero de 2009

ROBERT FRIPP & THE ORCHESTRA OF CRAFTY GUITARISTS – 27-2-09- Sant Cugat del Vallés (Barcelona)




La pequeña localidad vallesana de Sant Cugat, tendría la fortuna de ser el enclave elegido por el prestigioso músico inglés Robert Fripp para presentar en exclusiva mundial, su nuevo y flamante proyecto: la “Orchestra of crafty guitarists” (algo así como: la orquesta de astutos guitarristas). Después de desechar ofertas de grandes y conocidos teatros de Barcelona ciudad, el siempre extravagante “padre” del rock sinfónico-progresivo, se decantó por el pequeño Teatro de la Unió, con un aforo, quizá, excesivamente limitado, de tan solo 200 personas!

El interés suscitado por el líder y principal cerebro de los vanguardistas y revolucionarios King Crimson, sumado al asequible precio de la entrada (20 euros), hicieron que las localidades se agotasen en pocos días. Y lo más sorprendente de todo, el formato en sí del espectáculo, lejos de tratarse de un concierto al uso, de lo que aquí podríamos disfrutar era de un recital acústico, cargado de improvisación, pero no sólo del genial Fripp, si no de 41 guitarristas más dando forma a la mencionada orquesta, que a diferencia de la “League of crafty guitarists” (proyecto con el que visitó España la ultima vez), está ideada con un concepto totalmente alejado de temas tradicionales con estructura y forma. Según palabras del propio Fripp: “… se trata de explosiones acústicas de improvisación, sorpresa y maravilla…”

A pesar de que el concierto comenzaba a las 22h, las puertas de acceso se cerraron varios minutos antes (por petición expresa del músico), lo cual provocó que más de una decena de personas se quedara sin poder entrar al recinto aún teniendo la entrada! Punto negativo para la organización que debió avisar de este tema con antelación.
Al entrar, observo la disposición de las sillas de forma circular en la platea, los músicos se sentarían en dos círculos, uno más grande y otro más pequeño (uno dentro del otro), bastante apretados la verdad, habiendo tantos mástiles por medio!
De la misma forma, los asientos destinados al publico se colocaron rodeando a los círculos centrales, dejando un pasillo hacia la puerta principal.

A las 22h, con una puntualidad británica, 12 personas suben al escenario, resulta que se trata de 12 de los guitarristas de la orquesta, todos ellos de nacionalidades distintas, cuya única función era tan sólo, darnos a entender en 12 idiomas diferentes que no se podía grabar ni hacer fotografías; quizá un tanto exagerado, no?
Poco después daba comienzo el espectáculo, los músicos fueron desfilando por el pasillo en fila india hasta situarse en sus puestos. Yo, que me hallaba en una silla junto al pasillo, pude observar con gran claridad la diversidad entre los integrantes, de todas las edades, razas, países… aunque, eso sí, tan sólo había dos mujeres.
El último de la fila, el guitarrista inglés, todo de negro, con esa pose de tipo introvertido, avanzando a mirada fija hacia el centro del círculo.
Una vez allí, y con cierta teatralidad y misterio, dos acordes rasgados marcaban un inicio en plan ritual. “… When you’re ready, beggin!! …” fue lo único que dijo, y se situó en una silla ligeramente distanciada de las demás.

La música empezó a emerger de sus instrumentos de forma suave y delicada, y evidentemente, el respetable debía guardar un silencio sepulcral… y pobre de aquel que se le ocurriera toser!
Las guitarras sonaban de forma distinta a lo acostumbrado, por lo visto, utilizan una afinación en intervalos de quinta, y eso hace que se asemejen mas a un violín o a un chelo, y no a una guitarra convencional.

Cada guitarrista tocaba una nota distinta, o hacía un dibujo diferente, jugaban constantemente con las intensidades, y la verdad, lograban crear algunos momentos realmente bonitos. A mí personalmente me arrastraron a su particular bucle de sonidos de ligero caos ordenado, que lejos de tener nada que ver con King Crimson ni ninguna otra banda afín, sí que es cierto que la música contenía, en pequeñas dosis, cierto sabor sinfónico.

Las 42 guitarras sonando juntas con su particular afinación, producían un tono peculiar, que en ocasiones me recordaba mucho al sonido que surge de la típica cajita de música (Sí, sí… esa de la bailarina que gira).
Sin duda, uno de los momentos cumbre, fue cuando Robert Fripp se levantó de su silla, se situó en el centro del círculo e hizo parar la música de golpe; inmediatamente después apuntó con el dedo a uno de los músicos y le gritó en plan sargento malhumorado algo así como: Tú!! Hazme un ritmo entrecortado!! (esa fue la segunda y última vez que abrió la boca), entonces su súbdito se marcó una especie de progresión de aires Funk con percusión incluida sobre la caja de su guitarra, a la que rápidamente se sumaron el resto de miembros de la orquesta, lo cual sirvió de base rítmica para que el maestro Fripp nos deleitara con un solo de tintes jazzísticos, absolutamente brillante. Poco después abandonarían sus puestos saliendo de la sala entre aplausos, todos excepto tres.
Tras el nombre de Zum, descubrimos a un trío formado por un argentino y dos japoneses, que esta vez desde el escenario, nos brindaron una serie de clásicos populares interpretados con una maestría y versatilidad extraordinarias. Además fueron una muy buena manera de romper un poco con el concepto de música sin estructuras que imperaba en el ambiente.

Otro punto álgido ocurrió justo después, cuando todos los guitarristas volvieron a aparecer, esta vez rodeándonos ellos a nosotros! … y con una curiosa “ola de acordes” nos sumergieron en una extraña sensación, como de estar dentro de la música. Cada guitarrista tocaba un acorde, paraba, e inmediatamente pasaba el turno al siguiente, esto claro a una velocidad de órdago, con una perfecta sincronización! Todo ello bajo la orden y dirección del Sr. Fripp, que con gestos indicaba por donde debía pasar esa especie de “ tiroteo sónico” de guitarras astutas.
Mi agraciada posición junto al pasillo fue un acierto, pues el británico se quedó en dos ocasiones de pie exactamente a mi lado, con la cabeza alta y sin cruzar ni una sola mirada con nadie, transmitiendo frialdad, aunque esa fortuita proximidad me permitió ver claramente como se dibujaba una leve sonrisa en su rostro, una señal inequívoca, pienso yo, de que estaba pasándolo en grande.

Volvieron a sus asientos y tuvimos una segunda parte para perdernos de nuevo entre atmósferas y sonidos de visión experimental, invitando con frecuencia a la relajación, aunque tan sólo los espectadores de mente mas abierta lográramos entrar en comunión con ese sin fin de notas sin rumbo.

A mí particularmente me sobró la segunda “ola de acordes” que hicieron después desde el palco, debieron de añadir alguna variación al truquito para no caer en el peligroso precipicio de la monotonía, pues poco a poco la rozaban sin saberlo. Lo bueno si es breve, dos veces bueno! (o al menos eso dicen… )

Para cuando el show llegó a su fin se fueron tal y como entraron, sin decir ni hola, ni adiós, ni gracias por venir… ni nada de nada. Eso sí, la experiencia fue realmente interesante aunque hubo quien no lo supo entender (la gran mayoría!).
Quizá, pronto tengamos la oportunidad de ver a este hombre con sus King Crimson, no olvidemos que éste año se cumple el 40 aniversario de la edición de su álbum debut en 1969; entonces Fripp contaba 24 años, ahora roza la edad de la jubilación, aunque… ¿ existe eso para los viejos rockeros?