miércoles, 1 de abril de 2009
T.K.O. “BELOW THE BELT” (1986)
(Publicado en La Olla Rock Magazine nº: 38)
Para mucha gente, el nombre de la ciudad norteamericana de Seattle, es rápidamente asociado a aquel insulso movimiento musical denominado “Grunge”, cuya aparición a principio de los años noventa, supuso la “destrucción” casi absoluta de la asentada escena del Hard Rock, que no pudo evitar venirse abajo cual castillo de naipes, y sucumbir al “depresivo viento sin autoestima”. ¿Cómo definiría yo en tres palabras a ese fenómeno? Fácil: Triste pero cierto.
Pero si echamos la vista atrás… mucho antes de todo eso, antes incluso de que a ese tal “Kurt” (líder de la invasión), le saliese pelo en la cara y le desapareciese el acné, ya había una banda en Seattle que bien merecería ser recordada, como mínimo, por ser pionera del (en un futuro) “emergente Hard Rock americano”. Aquél grupo respondía a las siglas de T.K.O.
En 1979 publicaron su primer L.P. “Let it roll”, y la verdad, poca competencia tenían por aquél entonces, practicaban una clase de Glam/Sleazy, género que más adelante reventaría en el Sunset Strip angelino de la mano de bandas como Mötley Crüe, Poison o Ratt…
En 1981 ya se codeaban con los grandes, abriendo para bandas como AC/DC, Van Halen, Cheap Trick, The Kings, Heart…
Pero no fue hasta la edición del “In the face” (1984), que ya empezó a crearse un circuito de grupos en la zona, con la aparición de combos como “Queensrÿche” o “Metal Church”, formando un atractivo panorama rockero en el extrarradio de Washington.
Aunque sin duda, su mejor trabajo, fue el tercero, “Bellow the Belt”, publicado en 1986. Para este álbum, la formación de T.K.O. había cambiado hasta tal punto, que tan sólo quedaba aquí un único miembro original, el vocalista Brad Sinsel.
Lo cierto es que la voz de Brad, era la principal seña de identidad de esta banda, su registro es muy personal y fácilmente reconocible, en una línea similar a Paul Shortino (Rough Cutt, Quiet Riot… ), por poner un ejemplo. Por otro lado, el sonido y estilo del disco es ya totalmente acorde a la época, más refinado y elegante, y la plantilla de músicos la mejor hasta la fecha; así que la suma de todos esos factores no podía hacer otra cosa que derivar en un buen resultado.
Temas como el inicial “Beware the hunter”, desprenden actitud y energía, con unos dibujos de guitarra muy efectivos; o la de sabor a himno imperecedero, “With my back to the wall”, que es una de esas para dejarse la garganta “berreando” cerveza en mano, en algún humeante bar de copas. El tema título, “Bellow the Belt”, es otro de mis favoritos, desprendiendo autenticidad e incitando al desenfreno.
También resultan característicos sus medios tiempos, como la intensa “Doing time”, o la más directa “Rock n’ roll remains”, aunque mi preferida es sin duda “Seventeen”, con unas líneas de voz que son de lo mejorcito del plástico.
“Fallin’ to pieces” muestra su vena mas heavy, acelerando los motores como mandan los cánones!
Quizá las más “flojas” para mi sean “Can´t let go” y “Chains don´t change”, aunque bueno, eso en realidad es cuestión de gustos, y para gustos los colores! Aunque eso sí, de lo que estoy seguro es de que un cierre como el del baladón “Sticks n’ Stones” es para quitarse el sombrero! Menuda clase desprenden estos tipos en esta pieza, coquetean acertadamente con el A.O.R., y demuestran muy bien su valía en un terreno dónde la sensibilidad y el sentimiento, son obligadas virtudes de la inspiración. Temazo, y grandioso final para un disco, que aunque el destino lo haya relegado injustamente al ostracismo, merece ser redescubierto.
Desgraciadamente, T.K.O. se separarían poco después, en 1987. Aunque volverían a hacer alguna aparición puntual para algún gran evento a principios del nuevo siglo, pero no tendría continuidad… Eso sí, los fans de Mr. Sinsel, disfrutarían allá por el 91-92 de la efímera vida de un proyecto llamado War Babies, que nos dejó para la posteridad un homónimo álbum también muy recomendable.
A día de hoy, este histórico “Below the Belt” no es nada fácil de encontrar, por lo que si lo ves entre discos de segunda mano, o donde sea, cómpralo o de lo contrario, quizá algún día puedas arrepentirte; seguro que llamará tu atención, aunque solo sea por esa fantástica portada que lo envuelve. Y es que, eran otros tiempos para el rock…
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