viernes, 27 de febrero de 2009

ROBERT FRIPP & THE ORCHESTRA OF CRAFTY GUITARISTS – 27-2-09- Sant Cugat del Vallés (Barcelona)




La pequeña localidad vallesana de Sant Cugat, tendría la fortuna de ser el enclave elegido por el prestigioso músico inglés Robert Fripp para presentar en exclusiva mundial, su nuevo y flamante proyecto: la “Orchestra of crafty guitarists” (algo así como: la orquesta de astutos guitarristas). Después de desechar ofertas de grandes y conocidos teatros de Barcelona ciudad, el siempre extravagante “padre” del rock sinfónico-progresivo, se decantó por el pequeño Teatro de la Unió, con un aforo, quizá, excesivamente limitado, de tan solo 200 personas!

El interés suscitado por el líder y principal cerebro de los vanguardistas y revolucionarios King Crimson, sumado al asequible precio de la entrada (20 euros), hicieron que las localidades se agotasen en pocos días. Y lo más sorprendente de todo, el formato en sí del espectáculo, lejos de tratarse de un concierto al uso, de lo que aquí podríamos disfrutar era de un recital acústico, cargado de improvisación, pero no sólo del genial Fripp, si no de 41 guitarristas más dando forma a la mencionada orquesta, que a diferencia de la “League of crafty guitarists” (proyecto con el que visitó España la ultima vez), está ideada con un concepto totalmente alejado de temas tradicionales con estructura y forma. Según palabras del propio Fripp: “… se trata de explosiones acústicas de improvisación, sorpresa y maravilla…”

A pesar de que el concierto comenzaba a las 22h, las puertas de acceso se cerraron varios minutos antes (por petición expresa del músico), lo cual provocó que más de una decena de personas se quedara sin poder entrar al recinto aún teniendo la entrada! Punto negativo para la organización que debió avisar de este tema con antelación.
Al entrar, observo la disposición de las sillas de forma circular en la platea, los músicos se sentarían en dos círculos, uno más grande y otro más pequeño (uno dentro del otro), bastante apretados la verdad, habiendo tantos mástiles por medio!
De la misma forma, los asientos destinados al publico se colocaron rodeando a los círculos centrales, dejando un pasillo hacia la puerta principal.

A las 22h, con una puntualidad británica, 12 personas suben al escenario, resulta que se trata de 12 de los guitarristas de la orquesta, todos ellos de nacionalidades distintas, cuya única función era tan sólo, darnos a entender en 12 idiomas diferentes que no se podía grabar ni hacer fotografías; quizá un tanto exagerado, no?
Poco después daba comienzo el espectáculo, los músicos fueron desfilando por el pasillo en fila india hasta situarse en sus puestos. Yo, que me hallaba en una silla junto al pasillo, pude observar con gran claridad la diversidad entre los integrantes, de todas las edades, razas, países… aunque, eso sí, tan sólo había dos mujeres.
El último de la fila, el guitarrista inglés, todo de negro, con esa pose de tipo introvertido, avanzando a mirada fija hacia el centro del círculo.
Una vez allí, y con cierta teatralidad y misterio, dos acordes rasgados marcaban un inicio en plan ritual. “… When you’re ready, beggin!! …” fue lo único que dijo, y se situó en una silla ligeramente distanciada de las demás.

La música empezó a emerger de sus instrumentos de forma suave y delicada, y evidentemente, el respetable debía guardar un silencio sepulcral… y pobre de aquel que se le ocurriera toser!
Las guitarras sonaban de forma distinta a lo acostumbrado, por lo visto, utilizan una afinación en intervalos de quinta, y eso hace que se asemejen mas a un violín o a un chelo, y no a una guitarra convencional.

Cada guitarrista tocaba una nota distinta, o hacía un dibujo diferente, jugaban constantemente con las intensidades, y la verdad, lograban crear algunos momentos realmente bonitos. A mí personalmente me arrastraron a su particular bucle de sonidos de ligero caos ordenado, que lejos de tener nada que ver con King Crimson ni ninguna otra banda afín, sí que es cierto que la música contenía, en pequeñas dosis, cierto sabor sinfónico.

Las 42 guitarras sonando juntas con su particular afinación, producían un tono peculiar, que en ocasiones me recordaba mucho al sonido que surge de la típica cajita de música (Sí, sí… esa de la bailarina que gira).
Sin duda, uno de los momentos cumbre, fue cuando Robert Fripp se levantó de su silla, se situó en el centro del círculo e hizo parar la música de golpe; inmediatamente después apuntó con el dedo a uno de los músicos y le gritó en plan sargento malhumorado algo así como: Tú!! Hazme un ritmo entrecortado!! (esa fue la segunda y última vez que abrió la boca), entonces su súbdito se marcó una especie de progresión de aires Funk con percusión incluida sobre la caja de su guitarra, a la que rápidamente se sumaron el resto de miembros de la orquesta, lo cual sirvió de base rítmica para que el maestro Fripp nos deleitara con un solo de tintes jazzísticos, absolutamente brillante. Poco después abandonarían sus puestos saliendo de la sala entre aplausos, todos excepto tres.
Tras el nombre de Zum, descubrimos a un trío formado por un argentino y dos japoneses, que esta vez desde el escenario, nos brindaron una serie de clásicos populares interpretados con una maestría y versatilidad extraordinarias. Además fueron una muy buena manera de romper un poco con el concepto de música sin estructuras que imperaba en el ambiente.

Otro punto álgido ocurrió justo después, cuando todos los guitarristas volvieron a aparecer, esta vez rodeándonos ellos a nosotros! … y con una curiosa “ola de acordes” nos sumergieron en una extraña sensación, como de estar dentro de la música. Cada guitarrista tocaba un acorde, paraba, e inmediatamente pasaba el turno al siguiente, esto claro a una velocidad de órdago, con una perfecta sincronización! Todo ello bajo la orden y dirección del Sr. Fripp, que con gestos indicaba por donde debía pasar esa especie de “ tiroteo sónico” de guitarras astutas.
Mi agraciada posición junto al pasillo fue un acierto, pues el británico se quedó en dos ocasiones de pie exactamente a mi lado, con la cabeza alta y sin cruzar ni una sola mirada con nadie, transmitiendo frialdad, aunque esa fortuita proximidad me permitió ver claramente como se dibujaba una leve sonrisa en su rostro, una señal inequívoca, pienso yo, de que estaba pasándolo en grande.

Volvieron a sus asientos y tuvimos una segunda parte para perdernos de nuevo entre atmósferas y sonidos de visión experimental, invitando con frecuencia a la relajación, aunque tan sólo los espectadores de mente mas abierta lográramos entrar en comunión con ese sin fin de notas sin rumbo.

A mí particularmente me sobró la segunda “ola de acordes” que hicieron después desde el palco, debieron de añadir alguna variación al truquito para no caer en el peligroso precipicio de la monotonía, pues poco a poco la rozaban sin saberlo. Lo bueno si es breve, dos veces bueno! (o al menos eso dicen… )

Para cuando el show llegó a su fin se fueron tal y como entraron, sin decir ni hola, ni adiós, ni gracias por venir… ni nada de nada. Eso sí, la experiencia fue realmente interesante aunque hubo quien no lo supo entender (la gran mayoría!).
Quizá, pronto tengamos la oportunidad de ver a este hombre con sus King Crimson, no olvidemos que éste año se cumple el 40 aniversario de la edición de su álbum debut en 1969; entonces Fripp contaba 24 años, ahora roza la edad de la jubilación, aunque… ¿ existe eso para los viejos rockeros?